Los padres adoptantes suelen interrogar a los profesionales de la salud acerca del momento adecuado para informarles sobre el origen a sus hijos y es frecuente que reciban como respuestas:
– Aguarden que pregunten…
– El niño ya les irá indicando cuando quiera saber…
Quienes nos especializamos en la temática de la adopción sabemos que prolongar la información no es conveniente. Diferentes cuestiones pueden anudarse y complicar un acercamiento a la propia historia que es conveniente que se realice en la forma más natural posible.
A menudo, es conflictivo para los padres hablar del origen y se puede producir un acuerdo tácito –sin palabras– en el que “todos prefieren evitar el tema”.
Esperar a que el niño pregunte podría por un lado, prolongarse demasiado y abrir la posibilidad que alguien se anticipara a los padres con esa información. Esto podría devenir en una gran decepción para el niño ó un enojo por sentirse engañado por sus padres –aunque esa no haya sido la intención de los adultos– .Por otra parte, en determinado proceso del desarrollo los niños pequeños descubren que los bebés antes de nacer crecen en el interior del cuerpo de la madre. Los niños adoptados también incorporan esa realidad como propia y al mencionarlo a los padres adoptivos y recibir como respuesta que no fueron gestados en el seno materno el dolor por esa falta se acrecienta. ¿Qué es lo conveniente?
Cuando asistimos a los futuros adoptantes los orientamos a no aguardar “el surgimiento de las esperadas preguntas”. Partimos del concepto de que no hay una única forma de constituirse en una familia y “las necesidades y el encuentro” caracterizan a la adoptiva.
Es por ello que cuando los niños son pequeñitos y comienzan a disfrutar de la escucha de cuentos, introducir historias de adopción de animalitos u otros personajes conocidos por ellos, los acerca a esta realidad de una manera semejante a la que han vivido y les permite identificarse con estas figuras y sus historias.
Así, la posibilidad de reconocer su propia situación de adopción les posibilita conocer acerca de su origen reconociendo la necesidad de los padres y del hijo y la alegría del encuentro para poder ubicar esta realidad singular de familia “que no ha concebido a sus hijos” como un modelo más de constitución de las diversidades familiares que existen en nuestra sociedad.
Esperar a “las preguntas” no posibilitaría desarrollar estas perspectivas que se abren y multiplican cuando los padres aproximan el tema a sus hijos.
Muchos padres han resuelto el conflicto que les genera hablar sobre el origen planteando espontáneamente a los niños que son sus hijos del corazón.
“Hijos del corazón”, es un concepto que hace más de 30 años fue trascendente dado que muchos de los adultos de hoy que sobrepasan esa edad seguramente desconocieron mientras crecían su origen de adoptivos.
La mayoría de los adultos manifiesta que se enteraron por casualidad ó luego de la muerte de sus padres.
Es por ello que, cuando empezó a emplearse este concepto, indudablemente fue vanguardista: “no mudarse de barrio”, “no disimular embarazos”, generó un salto cualitativo en la historia de muchas familias adoptivas.
Pero ha sido un concepto insuficiente. Hoy podemos agregar: “equívoco”.
Aún hoy, se sigue empleando, incluso en sectores mediáticos. Los padres intentan evitar hablar de una falta que duele pero resulta una explicación confusa, que idealiza lo adoptivo sobre lo biológico por temor a que la información dañe al niño pero los expone a una franca contradicción con lo que conocen respecto al nacimiento de los bebés y además resulta oscuro porque no explica su advenimiento a la familia.
Este concepto “hijos del corazón” que lideró hace muchos años un cambio para empezar a decir algo diferente que se acercara más a la realidad vivida por las familias adoptivas solo produce un alivio para los adultos, que tienen la errada convicción de que han hablado del origen con sus hijos.
Es fundamental expresarse con claridad, ser llanos y francos a la hora de hablar de la adopción y, fundamentalmente ir al encuentro de los hijos con éste tema para que la transmisión pueda ser realizada por los propios padres que –preparados para ello– encontrarán el recurso más eficaz porque conocen las necesidades de su propio hijo y de esta forma podrán compartir juntos esta realidad como propia de la historia familiar que los une.
* Directora de la Fundación Adoptare.