Teniendo en cuenta lo estipulado por la Convención Internacional de los Derechos del Niño, y estando completamente convencidos de que un chico «para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia», en el Consejo Nacional del Menor y la Familia estamos desarrollando una serie de estrategias para garantizar el ejercicio de este derecho.
Una de estas estrategias consiste en implementar una convocatoria a familias solidarias, a la que llamamos «Necesitamos abrazos». Apelamos justamente a la solidaridad de aquellas personas que se encuentren en condiciones de dar abrigo a niños cuyas familias de origen se encuentran momentáneamente imposibilitadas de cuidarlos.
La idea es que a través de la participación del estado y Organizaciones No Gubernamentales, se convoque a estas familias con un compromiso conjunto en lograr que los derechos ciudadanos de los niños se conviertan en una realidad.
En una sociedad quebrada por la desintegración y la exclusión social, no es sólo responsabilidad del estado buscar su transformación. Una sociedad justa y solidaria debe constituirse en el ideal a perseguir por todos los ciudadanos en nuestro accionar cotidiano.
Por ello pensamos que la comunidad debe participar del proceso de planificación, ejecución y evaluación de las politicas sociales, asumiendo un papel protagónico en las decisiones que van a afectarla.
La familia solidaria se convierte así en una alternativa de convivencia no institucional para niños y adolescentes que, por diversas circunstancias, no pueden vivir con su propia familia y se encuentran bajo el amparo del Consejo Nacional del Menor y la Familia.
Implica su integración en la vida de la familia que lo recibe, que se compromete a cuidarlo y educarlo manteniendo sus vínculos afectivos de origen cuando esto fuese posible, durante el tiempo que sea preciso.
Este tiempo tendrá relación con el surgimiento de una alternativa más adecuada para cada niño, que puede incluir, entre otras, la adopción o su propia independencia.
También se contempla la integración de los chicos durante los fines de semana y la posibilidad de llevarlos de paseo.
Como esta tarea implica una gran responsabilidad, los ofrecimientos de las familias solidarias se aceptarán luego de una evaluación socioambiental y psicológica y deberán contemplar los siguientes requisitos:
– Personas a partir de los 30 años de edad. Si se trata de una pareja, tres años de casados o de convivencia.
– Cinco años de residencia en el país.
– Poseer un estado de salud física y psíquica que no comprometa el cuidado del niño o adolescente, ni implique un riesgo para el mismo.
– Tener medios de vida estables, que permitan cubrir las necesidades de desarrollo de un niño.
– Que el anhelo de integración de un niño sea compartido por todos los miembros convivientes.
– Que se acepten con flexibilidad las relaciones con la familia de origen del niño, en un marco de solidaridad y no de rivalidad.
– Que se respeten la historia del niño y sus características singulares.
– Que se muestre disponibilidad amplia para el seguimiento del equipo técnico interviniente, apertura para la orientación ante los conflictos y aceptación de la supervisión del Consejo Nacional del Menor y la Familia.
* Coordinadora del programa de adopción del Consejo Nacional del Menor y la Familia.