La adopción es un hecho trascendente en la búsqueda de la descendencia, se llega a ella por una variedad de causas, no obstante la decisión de adoptar no deja de ser un problema complejo, en el que comienzan a entrar en juego los propios valores y prejuicios de todos los que participan en este proceso, el pediatra no está exento sino que lo incluye y lo compromete.
Dado que el origen del niño adoptivo es casi siempre desconocido, se suelen despertar en los padres diversos interrogantes.
Existen situaciones importantes a elaborar:
1) la infecundidad de la pareja (tema que escapa al enfoque pediátrico propiamente dicho) a pesar de estar conciente o inconscientemente presente en la crianza del niño. La dificultad de aceptar la infecundidad de uno de los miembros de la pareja, puede llevar a la ocultación de la adopción.
2) El dolor de no poder identificarse biológicamente con el hijo, puede generar dificultades, en el «investimiento» del hijo como propio, al faltar el acto fecundante, el embarazo, el parto y la lactancia se carece de las vinculaciones biológicas.
Aquí se torna importante la presencia médico-psicológica para ayudar a elaborar esta discontinuidad y que este antecedente no interfiera ni retarde el verdadero «investimiento» que se da a partir del deseo de hijo.
3) La sobre valoración en nuestra sociedad del hijo biológico que puede influir directa o indirectamente sobre la crianza y es aquí donde el pediatra acompaña de una manera certera y definida.
Los pediatras recibimos a veces a parejas que han podido elaborar gran parte de estas situaciones y la tarea se torna más fácil, en otras ocasiones esta elaboración acompaña al crecimiento y desarrollo del niño, y es en ella en donde se interaccionan situaciones de difícil manejo.
La tarea específica del pediatra antes de la adopción consiste en brindarles información y orientación a los futuros padres y luego una vez que el niño esté presente, acompañar su crecimiento y desarrollo.
En primer lugar el pediatra debe ser un buen continente y responder a las inquietudes y dudas que se generan en los padres en situación de adopción.
Uno de los temores mas comunes antes de la adopción es enfrentarse con la madre biológica, situación que genera distinto tipo de respuesta en ambos integrantes de la pareja.
Es increíble que luego cuando ocurren estos encuentros con los padres biológicos, cuando la situación lo permite, gran cantidad de fantasías se diluyen, aunque esto no es lo habitual.
El desconocimiento del origen biológico del niño adoptivo hace que se incrementen fantasías y temores, en cuanto a la posibilidad que se presenten enfermedades genéticas y/o congénitas. No estamos diciendo que no haya posibilidades reales que estos hallazgos se presenten, pero su frecuencia es mucho menor de lo pensado por lo que las damos como un «universal», ya que también pueden ocurrir en cualquier crianza, aunque en la adopción se ven incrementadas.
Es importante dialogar en la consulta pediátrica sobre lo que no se puede tener una certeza 100 % y es importante aclarar todo aquello que sí se puede prevenir y controlar y separar lo imponderable que puede presentarse tanto en la adopción como en cualquier crianza.
Por lo general, los padres, depositan en el pediatra, ser el conocedor del funcionamiento del cuerpo del niño, de los secretos de la herencia y las técnicas de curación de lo biológico.
Por eso es importante que el pediatra luego de examinar prolijamente al niño, dialogue y conteste todas las inquietudes posibles que los padres adoptantes van formulando y pueda aclarar cuales son las probabilidades y certezas.
De ninguna manera el pediatra debe funcionar como un seleccionador de niños, tampoco como un juez, y menos como un amigo, ya que, «un amigo médico puede, tal vez, ser un amigo perfecto pero en el fondo es siempre un médico a medias».
El pediatra en un médico de familia, porque así está ubicado en nuestra sociedad y en nuestra cultura y su función es acompañar, sostener, ayudar, en el proceso de crecimiento y desarrollo del niño y sus padres. Para ello debería contar con una experiencia adecuada en su materia, habilidad clínica, percepción de los trastornos que se presentan y conocimientos psicológicos mínimos que le permitan evitar los prejuicios propios y ajenos que circulan alrededor de la adopción. (…)
La consulta debe girar sobre las preguntas que traen los padres, el examen clínico del niño y luego la orientación en cuanto a las necesidades básicas y los momentos que se pueden prever en lo que está por venir.
La salud y la enfermedad es otro de los aspectos que pueden ser vividos con mayor angustia, a veces sobrecargado por la situación del «aparente desconocimiento » de lo corporal, como habíamos señalado mas arriba.
Todo niño por su inmadurez utiliza el cuerpo como exteriorización de sus desequilibrios ya que es la parte relativamente mas desarrollada, en relación a las otras áreas, que se encuentran en inferioridad de condiciones ( área de la mente y del mundo externo) y es así que la utilizan para expresar sus estados emocionales.
Por eso, el cuerpo del niño, es su lugar privilegiado de expresión y los síntomas no son necesariamente una enfermedad, sino una expresión de «algo» que tanto padres como pediatra tenemos que detectar. La tarea es diferenciar entre síntoma funcional y enfermedad real orgánica.
El objetivo mas importante que nos debemos trazar es aprender a interpretar y decodificar el lenguaje corporal sin desmerecer otras causas.
Las carencias que pueden presentarse en la adopción pueden ser superadas por una actitud emocional generosa de los padres y por una conducta basada en la lealtad de hacer conocer al niño la verdad de su origen.
* Dr. Alberto Grieco.
Médico Pediatra Miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría.