Las familias uniparentales – Grupo de Mujeres de la Fundación Adoptare

Algunas de las integrantes que habitualmente concurren a uno de los grupos de la Fundación manifiestan a través de este artículo, su experiencia en torno a la adopción individual.

Desde hace algunos años, un grupo de mujeres nos venimos reuniendo en torno a una cuestión: la maternidad. Cuando comenzamos «el hijo», la adopción y ser mamá, constituían modos de nombrar lo más deseado y a la vez lo más temido: la maternidad sin pareja, lo que equivale a decir, un posible niño o niña sin papá, al menos en el inicio.

No nos fue fácil. Debimos desbrozar varios escollos durante el trayecto, pues la adopción individual enfrenta tanto las resistencias de las propias mujeres decididas a concretarla, como las del entorno social-institucional (familia de origen instancias judiciales, profesionales de la salud, especialistas en adopción, etc.).

La tarea suele ser bastante ardua en tanto «estas mujeres» – en su gran mayoría de mediana edad – solemos despertar no pocas sospechas: ¿por qué «solas» y no con marido ? ¿ Qué las lleva a transgredir el orden de la naturaleza -en tanto adoptantes- y de las instituciones civiles – en tanto «solas» -? ¿ Qué ocultan? Y así podríamos llenar un sinfín de páginas con este tipo de interrogantes.

Sin embargo cabe aclarar que estas mujeres – algunas solteras, otras separadas – no han llegado a cierta edad sin pareja debido a alguna «anomalía»; se trata más bien de circunstancias de vida en tiempos difíciles. Circunstancias comunes que a cualquiera pueden tocarle en una época común también a hombres y a mujeres. Quizás l único «extra-ordinario- » de todo esto resida en que a «nosotras» el deseo y la voluntad de ser mamás no se nos agotaron en dificultad de mantener o constituir una pareja en los tiempos adecuados. Sabemos que para tener un hijo la edad importa, no así – ¡ por suerte! – para enamorarse.

Cuando éramos pre-adoptantes solíamos preguntarnos: ¿tenemos derecho a no darle un papá a nuestros futuros hijos? ¿podremos criarlas bien siendo nosotras el único sostén ?. Los jueces ¿atenderán nuestro pedido? ¿Podrán escucharnos ? Preguntas que su vez se multiplicaban y reformulaban con experiencias -algunas buenas, otras muy amargas- que cada una llevaba al grupo, tales como entrevistas a juzgados, visitas a otras instituciones dedicadas a la adopción, viajes al interior, contactos, etc. No obstante, y de a poco, esas mismas inquietudes se fueron apaciguando a medida que llegaban los hijos. Cada vez que alguna integrante del grupo, convertida en flamante mamá, iba a la reunión para presentar a su bebé, se producía una explosión de alegría, pues nos confirmaba que a pesar de todas las dudas las dificultades, la maternidad también era un camino posible para nosotras.

Hoy somos todas mamás de niños y niñas de entre 1 y 5 años, muy pequeños por cierto. No nos han dejado de preocupar aquellas primeras preguntas; muy por el contrario se han sumado otras, por ejemplo: ¿cómo empezar «el relato» sobre el origen? ¿cómo encarar la ausencia de un papá ? ¿ cómo compaginar las obligaciones laborales con el rol materno ? y muchas más. Es cierto, no disminuyeron los interrogantes, más bien aumentaron, sin embargo lo diferente ahora es el lugar desde el cual se plantean, dado que surgen de una mamá real en virtud de un niño o niño también reales. Esto significa que el vínculo madre-hijo ya está en marcha, con todo lo que ello implica: un amor incalculable – que casi no encuentra palabras – para ser nombrado, y menos aún para ser medido. Una apuesta a la vida que ya no le teme a los riesgos. Un peculiar modo de entrega, que cuanto más damos, más sentimos reicbir de nuestros pequeños.

No queremos finalizar esta nota sin mencionar a la Fundación Adoptare, pues allí no solo fue posible conocernos, sino , por sobre todo, pensar nuestra decisión de ser mamás acompañadas por la institución. Por eso no nos gusta la expresión «madres solas», pues remite a una situación de orfandad, casi de olvido. Muy por el contrario, como mujeres que hemos adoptado en forma individual sentimos el apoyo solidario y reflexivo tanto de las compañeras del grupo, como de sus coordinadoras. El nuestro no es un camino sencillo, lo sabemos, pero volveríamos a elegirlo.