¿Y papá? – Familias uniparentales adoptivas – Lic. Lipski Graciela (*)

El nuevo milenio nos encuentra con profundos cambios sociales. La diversidad familiar o los llamados nuevos modelos familiares de la posmodernidad es uno de los temas que por su carácter innovador despiertan temores y enigmas en cuanto a las posibilidades de cumplir con las funciones atribuidas a la familia tradicional brindando a los niños apoyo, seguridad afectiva y a su vez independencia. Unión y separación, movimientos ambos necesarios para el crecimiento emocional.

El presente artículo se refiere a un modelo familiar que va en considerable aumento en los últimos diez años, las familias constituidas por mujeres como cabeza de familia que eligen ejercer la maternidad sin una pareja. Algunas deciden continuar un embarazo accidental o buscado, otras por medio de la donación de esperma y aquellas otras que optan por la adopción de un niño y se constituyen como familias uniparentales adoptivas.

¿ Quiénes constituyen estas familias ?

La presentación de hombres para adoptar niños es infrecuente.

En su mayoría son mujeres que se encuentran en la mitad de la vida (a partir de los 40 años), muchas de ellas profesionales con una inserción laboral que les permite independencia y autosostén económico.
En general expresan el deseo de contar con una pareja para formar una familia, pero distintas situaciones afectivas y personales han sido un obstáculo.

Esta especificidad les promueve el deseo de informarse, pensar y trabajar sobre la posibilidad de concretar el postergado y anhelado deseo de ser madre.

Suelen acercarse portando múltiples interrogantes propios, familiares y del imaginario social. En ocasiones las acompaña un sentimiento de incomodidad, vergüenza por desear lo que la sociedad sanciona como antinatural, y se expresa en la pregunta:
¿Tengo derecho a adoptar un niño/a sola y privarlo de un padre?

Legitimidad de estas adopciones. ¿Transgresión o innovación?

Estas elecciones suelen ser miradas como transgresoras y con una potencialidad de conflicto mayor que las familias biparentales.
La Ley 24779 en su art. 315 expresa : «Podrá ser adoptante toda persona que reúna los requisitos establecidos por el Código cualquiera fuese su estado civil…» pero en la práctica aún no gozan de igualdad de oportunidades.

La experiencia nos indica que dada la especificidad de estos modelos hay algunos aspectos necesarios a ser elaborados previo a la decisión:

– Concientizarse sobre el mayor esfuerzo físico, psíquico y económico que implica la crianza a cargo de un solo adulto.
– No esperar del niño que supla la ausencia de pareja; situación imposible y dañina psíquicamente para ambos.
– Comprender que una mujer sin pareja no es = a «mujer sola», y estar en pareja no es = a estar acompañada y gozar de salud psíquica.
– Transformar el frecuente sentimiento de culpa por «no darle un papá», en una valoración del coraje y la intensidad del deseo de maternar que se motoriza a pesar de los enormes obstáculos que surgen desde lo jurídico y lo social.
– Necesidad de crear otros espacios, personas, actividades que susciten deseo y placer en la madre por fuera del niño para que él también se reconozca como imposibilitado de satisfacerla totalmente y busque por fuera realizar ideales y logros.
– Una red social amplia es importante para enriquecer y complejizar el vínculo que puede tender presionado por la cotidianeidad a privilegiar una mirada materna restringida al no confrontarse con otro y enriquecerse de lo diverso.
– Creo beneficioso el contacto con otras familias de igual característica como red de sostén y referencia a la existencia y normalidad de estos modelos, mitigando el posible sentimiento de ser extraño y diferente.
– La adopción de más de un hijo si fuese posible es aconsejable, pues abre en el interior de la familia mayor riqueza vincular, las expectativas y exigencias tienen posibilidad de distribuirse más ampliamente.

Cambios en los roles tradicionales
La función tradicional materna y paterna se ha ido transformando, hoy no hay «roles» puros adjudicados a cada uno, y en esta complejización la madre no ofrece sólo cuidado y sostén afectivo y el padre seguridad económica y modelo de autonomía. Hoy la mujer tiene intereses múltiples y realiza tareas productivas económicamente en relación con el mundo externo que la colocan en mejor situación para separarse del hijo aún en ausencia de un padre que podría favorecer y promover la independencia.

A su vez hoy los padres también despliegan funciones consideradas erróneamente maternales o de género femenino.
Si bien una madre no puede cubrir ambos lugares eso no nos autoriza a tener certezas y predicciones sobre cómo estas familias evolucionarán.

Debemos percibir lo singular de cada vínculo, de cada madre con su hijo, qué lugar tiene para ella lo masculino, qué le transmite al niño, cuánto incentiva la apertura de ambos hacia el afuera, qué figuras masculinas significativas posee y confiar que las experiencias de vida irán ofertando encuentros con otros significativos para la constitución de la identidad.

Propuesta
Por todo lo expuesto, la adopción sumada a la ausencia de un papá implican un plus de complejidad que puede enriquecerse con un espacio de reflexión y elaboración sobre las emociones que moviliza esta diferencia, generando recursos creativos para abordar las situaciones que vayan surgiendo.

Esta propuesta no está basada en prevenir supuestas potenciales disfunciones, sino en anticiparse dentro de lo que es posible hacerlo, a pensar y comprender experiencias que por innovadoras generan un mayor monto de incertidumbre y ansiedad.

A modo de cierre
Los estereotipos y prejuicios tienden a mirar con desconfianza y cierta desaprobación a la familia monoparental. Algo complejo se simplifica: bueno/malo, sano/patológico; ¿podemos categorizar a una familia sólo por el número de miembros que la componen ?
Hagamos un espacio para que junto al conocimiento hasta hoy adquirido los acontecimientos vayan respondiendo los interrogantes que se nos plantean.

Es frecuente que las madres se problematicen menos por la cualidad de adoptivo, y las dudas y temores estén más ligados al posible daño que podría generar al hijo la elección de este modelo familiar que lo priva «voluntariamente» de la figura paterna en beneficio de un deseo propio.

(Experiencia recogida en nuestra institución a partir de entrevistas y grupos de reflexión, coordinados junto a la Lic. Beatriz Gelman, integrados por mujeres que eligen acceder a la maternidad por adopción y sin la participación de una pareja.)

* Directora Fundación Adoptare