Maternidad uniparental

Soy mamá adoptiva de una hija adolescente de 14 años. Somos una familia monoparental, en la cual siempre tuve que cumplir las funciones de mamá y papá. Igualmente,mi hija tiene, por suerte, un abuelo -ya grande- y un padrino que la acompaña mucho en su crecimiento.

Este tema de cumplir las dos funciones no es exclusivo de la familia monoparental, ya que es bastante frecuente en hogares donde existen ambos padres, y el padre está ausente o divorciado y no ve a su hijo/a.

Desde ya que adoptar a mi hija fue lo más maravilloso que me sucedió en la vida. Lo hice desde el segundo día de su nacimiento, he podido compartir con ella desde el primer momento.

También otro factor fundamental  fue conocer a las directivas de la Fundación que me acompañaron por largo tiempo en la crianza de mi hija.

Considero que de todas las etapas evolutivas vividas, ésta es una de las más difíciles.

A mi hija desde niña le ha costado aceptar los límites, siempre hacia muchos berrinches. Ahora que ya tiene casi 14 años,  a mí me cuesta sostener el límite que le señalo, es muy desgastante para mí y también para ella.

Monta en cólera y sube una escalada de gritos, le cuesta mucho bajar.  Luego viene el llanto y en algunos casos su arrepentimiento.

Yo también a veces pierdo la paciencia , tengo 59 años, dos actividades profesionales, etc. No soy una madre joven, pero es nuestra realidad.

Por suerte es muy responsable en el colegio, a veces se sobre exige demasiado. Y además tiene muchas inquietudes personales.

Le es más fácil demostrarme el afecto por escrito que verbalmente.

Ella ha hecho terapia en diferentes momentos, yo también e incluso asistimos a un espacio vincular. Hace unos meses ella planteó retomar terapia con su anterior terapeuta, inquietud que me pareció brillante  y recomenzó.

Yo hablo con las madres de sus compañeritas y me cuentan cosas similares de sus hijas, las cuales no son adoptivas.

Pero  considero que  una hija adoptiva tuvo un abandono original , que la marcó inconscientemente, y quizás por ello,  siempre trata de provocarme a ver si yo soy incondicional  y no la volveré a abandonar.